domingo, 1 de mayo de 2011

Diálogo Mal de Escuela

Lo hemos hecho entre mi compañero Carlos Herrero y yo.




Hola Maximilien, ¿qué tal todo? ¿te acuerdas de mí?
Maximilien pone cara de desprecio porque no le gusta que le toquen y menos hablar con gente mayor.
Maximilien: ¡Ey! Espera, tú eres el carcamal que no paraba de decirme rollazos durante una hora interminable de clase.
Profesor: Ya veo que te acuerdas de mí, ¿qué estás haciendo ahora?
M:Pues estuve trabajando con mi padre y deje la escuela, pero no me gusto lo de trabajar 6 horas y que me estuvieran diciendo todo el rato lo que tenía que hacer.
Engañe a mis viejos diciéndoles que volvería a la escuela, porque tampoco me gustaba estar sentado y que me comieran el tarro todo el día, aburrido y perdiendo el tiempo.
Fui con una banda con la que me la pasaba de bien haciendo el gamberro, quemando papeleras, burlándome de mendigos, buscando peleas en las discotecas, aterrorizando a los viejos , drogándonos…
P:¿Te sientes feliz? ¿Sabes de alguno de tus compañeros como les va?
M:Si, de algunos.
El empollón de Juan acabo la carrera de administración y dirección de empresas  y ahora lleva su propio negocio. Lo sé porque una vez mis amigos lo vieron con traje saliendo de su negocio y le quisieron atracar. Yo no les deje porque era amigo mío en la infancia, era  muy buen tío. Al día siguiente fui a verle para arrepentirme por mis colegas, él me dijo que yo era una buena persona que aún podía encontrar el camino, me enseño una foto de su hija pequeña con él sonriendo.
Luego estaba la pelota de María, esa que se pasaba todo el día con los profesores. Era una delegada muy pesada, siempre quejándose de que si los exámenes eran duros, de que así íbamos mal preparados con otras escuelas…
Ahora es abogada, ha defendido a varios de mis colegas con sus trapicheos. Pero también ha metido a algún otro. Creo que ahora iba a ir a un gran buffet de abogados, se le da bien lo de argumentar para ganar.
¡Ay! Y el amo que era “el lagarto”, el chaval se pasaba todo el día corriendo, para ir a la escuela, en la clase de educación física, se bajaba al parque todas las tardes…
Lo vi el otro día en una foto del periódico que había quedado 3º en el campeonato de España, además de que también lleva un equipo de fútbol sala de chiquillos.
P:¿Les envidias? ¿Crees que podrías haber hecho algo así con tu vida?
M:Pues sí y no. Ojala tuviera un trabajo y no mi vida de asco, pero yo en la escuela era un zoquete.
P: ¿Los profesores no hicimos nada?
M:Sí, aunque alguno pasaba de los problemáticos como yo.  Tú nos dabas caña y alguno más nos queríais ayudar. Pero no nos sentimos parte de este mundo.
P: Tengo una sorpresa para ti, tú amigo “el lagarto” no opina lo mismo.
Lagarto: Hola Max, yo estaba como tú. Me gustaba correr pero tenía problemas con mis padres, se iban a divorciar y no se preocupaban por mí. Me dejaban ir a mi aire y mis resultados académicos cayeron. Hasta que vino este hombre de aquí a nuestro lado, me guio para lo que tenía que hacer en esta vida.
Ahora quiero que te dibujes como te gustaría ser con 40 años.
Muy bien, explícamelo.
M: Me veo con una familia, siendo mecánico porque me encantan los coches.
P: ¿Y por qué no empiezas?
M:¿Quién me va a ayudar?
P y L:Nosotros, te diremos donde podrás empezar a aprender todo lo que tienes que saber y donde trabajar.
M:Gracias, muchas gracias por salvar mi vida.


Se alejan profesor y “el lagarto” de la cárcel, dejando a Maximilien melancólico que hubiera pasado si antes hubiera hecho caso a sus profesores…

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